Santuario de Nuestra Señora del Sagrado Corazón

Abogada de las causas difíciles y desesperadas

Página dedicada a Nuestra Señora del Sagrado Corazón en agradecimiento por las muchas gracias y favores recibidos

Interior del Santuario de Nuestra Señora

NUESTRA SEÑORA

CONFIANZA

Esperad aún, esperad contra toda esperanza, esperad a pesar de todos los obstáculos, todos los que leáis estas líneas. Nuestra Señora del Sagrado Corazón, la Abogada de los casos difíciles, es también la Abogada e los más desesperados; ánimo, pues, y confianza.

La Virgen que sobre la tierra, y hasta al pie de la Cruz, consoló al Corazón de un Dios anegado en un abismo de padecimientos, ¿no podrá acaso consolar vuestro pobre corazón?

La que consoló al Soberano Señor de los ángeles y los hombres, ¿no tendrá algún consuelo para un hijo de Dios?

La que ha alentado tantos espíritus abatidos, ¿no podrá alentar el vuestro?

La que Jesús os ha dado por Madre, que os ha amado tiernamente, y cuyo poder es tan grande en el Cielo, ¿se negará a venir en vuestra ayuda cuando la invoquéis en vuestras congojas y en vuestros padecimientos?

¡Lejos de vosotros tan tristes pensamientos!… Como aplastaríais a una venenosa serpiente, hollad con vuestros pies, no solamente la desconfianza, si acaso ha invadido alguna vez vuestra alma, sino también el menor temor y la más leve duda. Nuestra Señora del Sagrado Corazón está muy cerca de nosotros.

Abandonad pues, vuestro corazón a la esperanza, al leer estas pocas páginas. Su única ambición es hacer resonar en vuestros oídos las hermosas y dulces palabras del «Acordaos a Nuestra Señora del Sagrado Corazón…»; hacéroslas amar; hacerlas brillar en lo íntimo de vuestra alma como un rayo de luz que nada puede oscurecer; y que resplandece en el seno de las más espesas tinieblas; moveros a pronunciarlas, como la expresión de vuestra invencible esperanza; grabarlas para siempre en vuestro espíritu; cuando en torno vuestro todo parezca conspirar a vuestra ruina; traerlas a vuestros labios en la hora del peligro, y sobre todo, en el momento supremo de vuestra agonía, para que ellas sean para vosotros una tabla de salvación y os conduzcan al puerto.

Desconocida en otro tiempo, tú resuenas ahora, ¡oh, sublime súplica!, bajo todos los cielos: nacida ayer en el Santuario de Issoudun, a los pies de la primera imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón; aprobada hoy por la Sede Apostólica; enriquecida con indulgencias por los Supremos Pontífices no cesas de resonar en el seno de la misma Ciudad Eterna, en el templo dedicado a Nuestra Señora del Sagrado Corazón hecho Centro general de toda la Archicofradía. Ayer todavía te pronunciaban con amor pocos labios piadosos; hoy eres conocida en todos los países, todas las lenguas del mundo te repiten a cada momento del día y en todos los peligros, en las empresas importantes, en las congojas más crueles, en las enfermedades más dolorosas, en las miserias más desesperadas.

¡Oh, santa oración del Acordaos a Nuestra Señora del Sagrado Corazón!; tú eres el objeto de nuestro amor desde el día en que nuestros labios tuvieron por primera vez la dicha de pronunciarte; tú has sido para nosotros un fiel sostén. Mañana y tarde, y con frecuencia durante las horas del día, nuestra lengua te ha hecho subir hasta el trono de la Madre de Misericordia y has alcanzado de esta Reina incomparable gracias sin número.

Más, ¿cuál es la virtud oculta que hace tan eficaces tus acentos? ¿Qué sublime elocuencia encierras, pues, en ti, para hacernos tan propicia a la Virgen Inmaculada? He aquí la causa de tu misterioso poder. Tú recuerdas a la Madre de Dios el inefable poder que su divino Hijo le ha dado sobre su Corazón adorable, y esta divina Madre, que lo es también nuestra, invocada bajo este título, siente más vivamente el deseo de socorrernos. Por la gloria de Dios y nuestra santificación derrama Ella, con abundancia sobre nuestras almas, todos los tesoros de amor y de misericordia, de luz y de salvación, de los cuales el Sagrado Corazón de Jesús es la fuente inagotable.

Rezo de la Novena